jueves, 18 de marzo de 2010

Del dueño de su destino y del dueño de ninguno

Corrió desesperado. Cruzó la calle sin mirar. Parecía no importarle si lo chocasen o no, pero en realidad sabia que no iba a suceder tal cosa por mas que los autos lo rozasen a escasos centímetros. Empujo una anciana, esquivo una bicicleta, salto una bolsa de residuos… Y por llegó a mi casa. Pateó la puerta a pesar de saber que se encontraba sin cerrojo, subió los escaleras de a dos y de a tres escalones por vez y entro precipitado a mi habitación donde me encontraba escribiendo. Si, escribiendo todo esto que acabo de relatar…
Para mi asombro comenzó a reírse, con una risa grave que hacia eco en lo mas hondo de mi cerebro…como alguna especie de tambor japonés. Cuando comenzó a apaciguarse le pregunte mientras seguia escribiendo “¿No tienes miedo de saber ahora que tu vida está siendo controlada por alguien?¿De que este juego unamuniano se repite contigo y que no eres dueño de tus actos?”

Me seguí riendo durante largo rato, luego de semejante pregunta. No se me acababa el aire de los pulmones de reírme, simplemente porque yo no quería que se me acabase. Tampoco estaba agotado tras las actividad física que había tenido minutos antes. Y el pobre idiota no podía dejar de escribir lo que yo hacia. Era rubio, de esos que tienen el pelo casi blanco y las pestañas claras. La incipiente calvicie contrasta con su aniñado rostro plagado de pecas. Llevaba anteojos de marco dorado y una cadena de metal, flaco, de rostro enjuto, muy poco vello facial, camisa blanca de mangas cortas, corbata sobria, encorvado sobre su escritorio en un cuartucho caluroso en el que no funcionaba el aire acondicionado
.
Mi mano estaba encadenada a la pluma, no podía dejar de escribir…por mas que no estuviese mirando la hoja las letras se deslizaban prolijamente sobre los renglones. Me encontraba hipnotizado por esa satánica sonrisa. Que hijo de mil puta…
-Hey!! Pedazo de nardo deforme!! Ojo con lo que decís conchudo-dijo de repente
-Pero si no dije nada! Es mas, no contes…
-Y eso de “hijo de mil puta”??
No entendía nada…¿Acaso yo no era su creador?¿Como podía ÉL leerme la mente a MI? En segundos lo solucioné: el era parte de mi mente y de mi imaginación. Por ende, el leía cualquier cosa que pasara por mi cabeza. Leía porque no era mas que eso, un personaje literario, un conjunto de letras dispuestas de forma tal que describían su personalidad y sus acciones. No tenia otra forma de comprenderme. Lo que no terminaba de comprender era por qué mierda no podía dejar de escribir. Era algo más que una racha de inspiración…

Me encantó hacerlo divagar. Por lo menos el tipo que escribe mi vida tiene algo de creatividad. Luego de unos minutos en los que me mantuve mirándolo fijamente y con los brazos cruzados, observándolo divertido y disfrutando de su perplejidad le dije:
-Mira…la cosa es simple. Vos escribís mi vida, ¿no?
-Si, sos un personaje de mi invención y…
-ERROR!!! Vos mismo dedujiste solito que yo se todo de vos por estar en tu cerebro.

-Exacto-le dije sorprendido de nuevo ante el hecho de que supiera todo lo que pensaba. Y no podía dejar de escribir mientras le hablaba…y lo observaba…
-Bueno, te toca a cos buscar afuera de tu mente, entrá en la mía-me indico con toda naturalidad, mientras se llevaba el dedo índice a la sien.
Cerré los ojos sin dejar por ellos de seguir escribiendo sobre mis hojas rayadas y me esforcé por lograr lo que me pedía. Tenía terror de llevarle la contra, no sabia por que. Me costó muchísimo esfuerzo romper la barrera de mi mente y ni siquiera dentro de ella me encontraba libre de él, lo cual demostraba que este….ser inventado seguía leyendo la mía con toda naturalidad. Pero al fin, me cruce con una imagen mia escribiendo en mi habitación y me veía desde la posición en la que se encontraba él. Me di cuenta al instante que esa imagen, entre miles, pertenecía a él. Era la única que no estaba en mi cabeza sino que era leída de una mente ajena…
-¿Qué quiere decir esto?

Lo admito. A veces es un pelotudo, pero el tipo sabe hacer escribir historias. Le dije:
-Te doy treinta segundos-mientras miraba mi reloj (había llevado reloj yo?)
No pude evitar una risa corta y tentada, como de velorio…

Los primeros segundos estuve en blanco como nunca antes lo había estado en mi vida. Cuando gritó “Te quedan veinte” me invadió el pánico, no sabia por que le tenia tanto miedo. Sus imágenes…su vida…
-Diez segundos…
Mi vida…escribir…destino…creador…

Me volví a cagar de risa en su cara, esta vez tuve que agarrarme el estomago de lo fuerte que me ataco la carcajada. Me encantaba boludearlo así ¿Qué queres? Si se puso mas pálido que el talco mientras su mano seguía escribiendo. La imagen era graciosísima. Por fin había caído.
-Entonces…quiere decir…vos me inventaste a mi..
-Exactamente-le contesté mientras encendía un pucho (había comprado puchos yo?)
-Pero.. ¿Cómo?¿Para que?-preguntó casi lloriqueando
-Mira. Decirte “porque se me cantaron las pelotas” me da un toque de lastima. Jugar diciéndote “¿Y para que me inventaste vos?” seria medio de hijo de puta. El tema es asi: para todo hombre la idea de jugar a ser dios es divertidísima, es algo que aprenden los pendejos con sus soldaditos de plastico desde que entran en uso de razon.
Mas adelante aprenden a jugar a ser amos y señores de todos sus subordinados alterando sus vidas, haciendo acatar sus ordenes y alterando constantemente los destinos de estos últimos. Pero el único que puede lograr esto de una manera concluyente es el escritor. Unamuno, a quien nombraste hoy, jugó a ser el dios de sus personajes, cambiando sus destinos y acciones a su gusto y llegando a encontrarse y enfrentarse con uno de ellos, tal como te parecía a vos que sucedía cuando llegue yo.
Para mi gusto, es mucha la responsabilidad de ser un dios, dominar la vida de los demás, crear gente. Además seria poco beneficioso, salvo porque permite descargar ciertas frustraciones con tu personaje y satisfacer tu sadismo con él.. -lo mire con malicia, él tembló como una hoja y volví a cagarme de risa.
Quedate tranquilo: por suerte o por desgracia me servís muchísimo mas si te mantengo vivo. Toda esa problemática que te plantee logre resolverla no convirtiendome yo en creador sino construyendo mi propio creador a mi gusto. Ahora soy el dueño de mi destino, porque lo que yo pienso vos lo escribís y se cumple. Tengo mi propio dios, fundido con lo que tenia a mano y construido por mi mismo como el becerro de oro al pie del Sinaí. Tengo un dios que quise crear débil, pero complaciente y creativo. Miedoso de mi y de mis decisiones, pero obediente a todas ellas. ¡Soy el antiunamuno! Soy mas grande que los dioses porque ni ellos son capaces de ir en contra del destino ni cambiarlo!! Yo si!!!

Se rió con su risa de trueno nuevamente. Pero esta vez la acompañaban los relámpagos que se reflejaban por la venta. No se si lo hizo para aumentarle dramatismo a su relato y generarme mayor temor de él, o porque estaba sofocado y quería que la lluvia refresque el ambiente.
En realidad si sé, pero ya no importa. Logró ambas cosas. Cuando cesa su risa afuera llueve a cantaros, se nubla completamente el cielo y la luz se corta. Su rostro grave se ilumina con los relámpagos y apaga lo que queda de su cigarrillo sobre la interminable hoja en la que escribo sin parar. Se va, me deja completamente solo. Lloro como una niña con mis ojos hundidos en mi brazo izquierdo mientras mi mano derecha sigue escribiendo a toda marcha.

Bajo las escaleras saltando mientras tarareo “Stairway to Heaven”. Salgo a la calle, la lluvia me moja poco y no arruina mi campera de cuero. Entro a mi Mustang gris ( llegue en un mustang yo? cuándo lo compré?) prendo el stereo y en la radio pasan un especial de zeppelín. Voy a empezar la noche comiendo en un restaurant. Se que lo voy a pasar muy bien.

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